Los señores del narco

 

El poder económico del crimen organizado ha llegado a niveles tales, que la revista estadunidense Forbes consideró como una de las primeras fortunas del mundo al mexicano Joaquín El chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa, uno de los más fuertes y el que menos desgaste ha sufrido en la denominada "guerra contra el narcotráfico".

Para la periodista Anabel Hernández, el país vive una beligerancia entre cárteles y no un enfrentamiento del gobierno contra estos delincuentes, por lo que México podría sufrir una mayor espiral de violencia si la guerra se traslada a los pequeños distribuidores de drogas.

De acuerdo a sus investigaciones, "la guerra que viene", que tiene igualmente preocupados a los capos, será entre narcomenudistas (vendedores de droga al detalle), quienes se disputarán el mercado local, calle por calle. Estados Unidos "es ya un mercado conquistado por los cárteles mexicanos de Los zetas o de Sinaloa, que desplazaron a los colombianos y a las mafias rusa y china; por eso allá no hay oleadas de muertos, cada quien tiene su territorio", aseguró.

Desafortunadamente, lo que ocurre en el norte y en otros estados no fronterizos como Michoacán, también se da en el resto del país, aunque el nivel de violencia en Chihuahua o Tamaulipas no tiene la misma causa, opinó Lázaro Cárdenas, exgobernador de Michoacán, en una entrevista reciente con un medio español.

Pese a las diferencias y a la intensidad de los actos violentos, lo cierto es que el crimen organizado está presente, actúa, busca penetrar las instituciones y utilizarlas a su favor en muchas zonas de México, aseguró Cárdenas.

En algunas regiones de la frontera con Centroamérica, las bandas criminales participan del tráfico de personas, a los cuales secuestran y extorsionan, y no pocas veces asesinan en el tránsito hacia Estados Unidos, objetivo final de esos emigrantes.

El hecho reciente que más estremeció a la opinión pública mundial en el 2010 ocurrió el 25 de agosto pasado, cuando la organización criminal Los zetas masacraron en Tamaulipas a 72 personas de varias nacionalidades, porque no respondieron a sus exigencias de pago por dejarlos continuar en su camino.

 

“Daños colaterales”

 

La estrategia de enfrentamiento a las bandas del crimen organizado, cuyo impacto se hizo sentir con mayor fuerza en este 2010, es objeto hoy de críticas contrarias a las decisiones tomadas por el gobierno del presidente Felipe Calderón.

Muchos ataques provienen de políticos de oposición, pero también de la sociedad civil, que sufre los llamados "daños colaterales" ocasionados tanto por la violencia de losnarcos, como por las fuerzas armadas que intentan rescatar el orden.

Recientes revelaciones del sitio digital Wikileaks, confirmaron que funcionarios de la embajada estadunidense en México también comparten el criterio de la poca efectividad de las acciones gubernamentales, e incluso, pusieron en duda la capacidad de las instituciones armadas para enfrentar el grave problema.

No obstante, la más reciente ofensiva combinada de la Policía Federal, el Ejército, la Marina y otros cuerpos armados, apoyados por información de inteligencia, comienza a revertir las opiniones adversas. Los efectivos golpes a la poderosa organización criminal La familia michoacana y la noticia de que por primera vez se le "pisa los talones a El chapo Guzmán", con la detención de su lugarteniente, pone en condiciones favorables a las fuerzas del orden ante la opinión pública nacional.

Sin embargo, los criterios continúan centrándose en que combatir con violencia a las bandas criminales, lejos de atemorizarlos, los convierte en más sanguinarios, en tanto cada vez les importa menos el daño a personas inocentes, actuar por el que culpan también al gobierno.

Las recientes manifestaciones públicas de apoyo a La familia michoacana, en las calles de Morelia, capital del estado de Michoacán, y en el municipio de Apatzingán, confirman que las acciones de las fuerzas represivas, las cuales descabezaron a la organización criminal, no cuentan con total aprobación popular.

Sectores no minoritarios de la sociedad impugnan el método utilizado por la Policía Federal y el Ejército, que combaten a las bandas en plena calle con la muerte de personas inocentes y otros daños humanos; mientras los supuestos debilitados cártelesse vuelven más violentos.

 

Las armas vienen del norte

 

Los cuerpos locales de la policía, que actualmente combaten la narcoviolencia, se quejan del combate desigual frente a los delincuentes, quienes utilizan camionetas blindadas, fusiles automáticos, armas de grueso calibre, granadas y hasta helicópteros para operar.

Sobre el tema, el diario The Washington Post reveló los nombres de los 12 principales comerciantes de armas incautadas en los dos últimos años por la policía mexicana en acciones contra el crimen organizado, de los cuales ocho se ubican en Texas y tres en Arizona, muy cerca de la frontera común, y uno en California.

Con estas revelaciones, Estados Unidos se reafirma como mercado y proveedor, dos elementos que lejos de frenar, estimulan la continuidad del tráfico de drogas y la "protección del negocio" mediante las armas.

Por otra parte, algunos analistas llaman la atención sobre las causas internas que provocan la violencia como el incremento de la pobreza y la marginalización, además de la necesaria atención a las nuevas generaciones, que cada vez son más vulnerables a sumarse al crimen organizado, como un modo de vida.

La reciente captura de un niño de 14 años, cuya historia criminal resulta espeluznante, no sólo desató una amplia polémica en la sociedad mexicana, sino enormes interrogantes en torno a la creciente inseguridad, al punto que no son pocas las preguntas sobre si tendrán que convivir de por vida con este flagelo.