REPORTE INDIGO
AUTOR: ANABEL HERNANDEZ
Las partidas presupuestales de los últimos cuatro años demuestran una clara preferencia del presidente por el “Ejército Negro” de Genaro García Luna/ Esto ha generado descontento en las Fuerzas Armadas/ Entre el Ejército Verde y el “Ejército Negro”, Calderón demostró su preferencia por García Luna y sus muchachos, muchos de ellos acusados de tener nexos con el Crimen Organizado
MEXICO, D.F., 19 de noviembre (Anabel Hernández/Reporte Indigo).- Durante sus casi cuatro años de gobierno, Felipe Calderón ha usado su cercanía con el Ejército Mexicano para legitimar su administración.
Se puso el uniforme verde olivo y sacó a los militares de los cuarteles para que encabezaran en las calles la “guerra contra el narcotráfico”. Lo único que esto ha provocado es desgaste y desprestigio para la institución castrense.
Hace una semana surgió la primera amenaza de ruptura de esa relación.
De acuerdo con información verificada por Reporte Indigo, Felipe Calderón y el secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, tuvieron una ríspida discusión por el presupuesto asignado a la Sedena para el próximo año. Se dice que esta secretaría cabildeó en la Cámara de Diputados un aumento de 13 mil millones de pesos.
Dichos recursos serían destinados a crear 18 guarniciones y contratar a 10 mil efectivos para contrarrestar el crecimiento de las fuerzas civiles del cuestionado secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna.
Calderón forzó a Galván Galván a declinar su petición de recursos adicionales.
Entre el ejército verde y el ejército negro, el presidente demostró su preferencia por García Luna y sus muchachos, muchos de ellos acusados de tener nexos con el crimen organizado.
Ganó Calderón, pero: ¿qué está en riesgo de perder a un año de que inicie la carrera por la sucesión presidencial?
Ésta es la historia.
LA PREFERENCIA POR EL “EJÉRCITO NEGRO”
Aunque supuestamente era la institución de fuerza pública más cercana a Felipe Calderón, el jefe del Ejecutivo dejó en claro que su preferencia no se inclinaba por el uniforme verde olivo, al cual ha sacrificado en su fallida guerra contra el narcotráfico.
Su predilecto es el uniforme negro del ejército civil del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, quien día a día gana poder.
De 2006 a 2011, el presupuesto de la SSP se ha cuadruplicado, mientras que el de la Sedena apenas se ha duplicado.
En el ejercicio fiscal de 2006, la SSP recibió un presupuesto de 8 mil millones de pesos; para 2011, dispondrá de poco más de 35 mil millones de pesos. En 2006, la Sedena obtuvo 26 mil millones de pesos; para el 2011, el presidente solicitó al Congreso 50 mil millones.
Lo que llama la atención es que el aumento de los recursos es inversamente proporcional a la eficacia de cada una de estas secretarías.
En cuatro años, el gobierno federal ha adjudicado a la Sedena la caída de dos capos de primer nivel: Ignacio Coronel Villarreal y Ezequiel Cárdenas Guillén. A la Secretaría de Marina se le reconoce el abatimiento de Arturo Beltrán Leyva.
En cambio, la SSP, más que atrapar narcotraficantes, ha tenido en sus filas a elementos que han sido arrestados por colusión con el narcotráfico. La única captura relevante que se le adjudica es la de Edgar Valdez Villarreal, aunque en realidad se trató de una negociación.
Tarde o temprano, el trato preferencial de Calderón hacia García Luna provocaría una reacción por parte de las fuerzas armadas.
GALVÁN BUSCABA UN CONTRAPESO
Desde que inició el sexenio, Reporte Indigo ha presentado evidencias de la mala relación que existe entre García Luna y Galván Galván. Sus desencuentros van más allá de una falta de entendimiento personal.
El titular de la SSP sabe que antes de que Calderón lo designara secretario, militares de alto nivel se habían reunido con Juan Camilo Mouriño, entonces jefe del equipo de transición y responsable de la integración del gabinete.
Esos miembros del Ejército le mostraron pruebas documentales de la relación que tenían algunos elementos del equipo cercano a García Luna, entonces titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI), con el narcotráfico, particularmente con el Cártel de Sinaloa. Nunca se los perdonó.
A lo largo de cuatro años, el encono ha crecido. El doble juego de Calderón terminó por debilitar la buena relación que tenía con el Ejército. En las filas militares, ya hay quienes comienzan a sentirse usados.
El presidente desgastó al Ejército Mexicano al sacarlo a las calles. Los errores eran previsibles por su falta de entrenamiento para interactuar con la población civil en supuestos tiempos de guerra.
Al mismo tiempo, el jefe del Ejecutivo iba fortaleciendo al ejército negro de García Luna. Con este último pretende impulsar la implantación del Mando Único, que estaría a cargo de la institución que ha tenido más funcionarios de primer nivel involucrados con el narcotráfico. Y la cabeza sería el secretario que es incapaz de explicar el origen de su súbita fortuna, varias veces exhibida por Reporte Indigo.
El excesivo poder de García Luna alarma a muchos, menos a Calderón.
Ante esa influencia y la inequidad en la asignación de recursos, en la Sedena se planteó la necesidad de crear 18 batallones militares y de contratar a 10 mil elementos que comenzarían a operar en 2012, el año de la sucesión presidencial, en las zonas más conflictivas del país.
La versión oficial es que esos batallones ayudarían a mantener a los soldados cerca de sus lugares de origen para disminuir el índice de deserción.
Pero lo que se cabildeó con el PRI fue que era necesario crear una policía militar que hiciera contrapeso a la Policía Federal, la cual genera problemas de violencia en todos los lugares donde tiene presencia.
La intención de la Sedena era que esa policía militar utilizara un uniforme distinto del verde olivo para que la población comenzara a distinguir entre las actividades de combate al narcotráfico y las tareas de ayuda humanitaria o protección civil.
Se propuso que esa policía militar quedara a cargo de la Secretaría de Gobernación, como estuvo la Policía Federal Preventiva hasta el año 2000.
Para lograr esos objetivos, la Sedena necesitaba 13 mil millones de pesos. Pero ante la obviedad de las preferencias presidenciales, Galván Galván y su equipo decidieron cabildear por la libre en el Congreso.
Los más abiertos fueron los legisladores del PRI, pero el PRD y el PAN también apoyaron la propuesta porque, pese a los errores cometidos por efectivos del Ejército en la fallida guerra contra el narcotráfico, consideran que la Sedena es más confiable que García Luna y la SSP.
El punto más delicado de la operación emprendida por la Sedena era que implicaba hacer recortes al presupuesto de la SSP.
Se afirma que cuando Calderón tuvo conocimiento del plan, se molestó y tuvo una álgida discusión con Galván Galván. Finalmente, lo obligó a desistirse de los recursos que ya habían sido consensuados.
El viernes 12 de noviembre, a unas horas de que iniciara la sesión para aprobar el Presupuesto de Egresos de 2011, el periódico Reforma anunció la súbita e inexplicable declinación de la Sedena. Y es que la única razón era el enojo presidencial.
PEÑA NIETO SE ACERCA AL EJÉRCITO
Un hombre clave en la aprobación unánime del Congreso para dar recursos adicionales al Ejército fue el presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, el mexiquense priista Luis Videgaray.
Este legislador es el brazo operativo del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, el precandidato a la Presidencia de la República que encabeza las preferencias electorales.
Mientras Galván Galván aguantaba las críticas por haber renunciado –sin dar explicación alguna– a los recursos que ya estaban por ser aprobados, Peña Nieto le tendió una mano.
El 15 de noviembre, la Cámara de Diputados aprobó los recursos que Calderón había pedido para la Sedena, ni un peso más.
Pero al día siguiente, en un acto inédito, Galván Galván y Peña Nieto encabezaron la inauguración de las nuevas instalaciones de la 22 Zona Militar en Santa María Rayón, Estado de México.
Hasta donde se sabe, Galván Galván nunca había participado en un evento con un gobernador, a menos que fuera un acto encabezado por Felipe Calderón.
Peña Nieto afirmó que “el Ejército Mexicano es un pilar fundamental en la estabilidad política del país, y su actuación en el combate al crimen organizado ha sido de vital importancia”.
Galván Galván también habló: “Abonaremos día a día nuestro firme propósito de mantener una relación sana, abierta y amable, entre esta sociedad, su gobierno y las fuerzas armadas”. Y agradeció los 443 millones de pesos que el gobierno del Edomex aportó para las nuevas instalaciones militares.
Las fotografías que circularon en los medios lo dicen todo.
Después de los discursos, a bordo de un vehículo militar sin capota, Peña Nieto y Galván Galván hicieron un recorrido por las instalaciones rodeados de militares formados como si se tratara de un pase de lista.
Y en el Ejército, como en la política, la forma es fondo. El secretario de la Defensa se veía a gusto, el precandidato presidencial también.
La imagen era muy similar a la de Calderón con su amigo y secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño y García Luna en junio de 2008, cuando inauguraron el Centro de Mando de la SSP en Iztapalapa.
Si alguien entregó a Calderón la crónica del evento y las fotografías correspondientes, un foco rojo debió haberse encendido en el despacho presidencial. Y alguien debe estar asesorando al mandatario para desagraviar al titular de la Defensa.
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