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FROYLAN M LOPEZ
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Froylán M. López Narváez

Llegada de Santaclos

La visión de Diego Fernández de Cevallos, al bajar de un automóvil lujoso, suscitó inmediatamente su semejanza con las barbas luengas de la imagen común de San Nicolás, vulgarmente conocido como Santaclós. Hubo regocijo de los periodistas y amigos en ese momento cercanos. También auspició contento de amigos y adversarios, de muchos de ellos.


Tan pronto recuperó voz y mayores ánimos, el secuestrado devuelto reencaminó sus andanzas. En el día de su retorno abundó en entrevistas, declaraciones, saludos y agradecimientos. Dijo verdad al reconocer la actitud generalizada de los mediolatras, de sus operadores, que fueron discretos y aceptaron la solicitud familiar y amistosa de no hacer bulla mayor y favorecer las negociaciones para su rescate.


Pocos días antes, un su amigo, socio circunstancial, confió a uno que se había pagado ya la suma convenida -40 millones de dólares- y que se esperaba que el operativo de los misteriosos, ahora ya no tan desconocidos, se cumpliese. Se cumplió. Diego ha afirmado que le trataron bien y llegó a discutir con sus captores.


Rotundamente, Fernández de Cevallos sostuvo que su secuestro tenía matices políticos, ideológicos. Corre la versión de que los delincuentes son fracción escindida del EPR. Más de un panista y algunos críticos se apresuraron para hacer creer que el secuestro era solamente criminal. Por la retórica, los dichos, y la exigencia de la divulgación de sus planteamientos, la personalidad del raptado, las mil y una declaraciones oficiales que consideran al secuestro como delito ubicuo, viejo y nacional, evidencian que se trata de un problema social y, por lo tanto, de un secuestro político.


Como sea, sobrevino beneplácito amplio, justificado humanistamente. No obstante, el zar vespertino de los noticiarios audiovisuales, José Cárdenas, charló con dos de sus hermanas que, además del regocijo y la gratitud vehemente a Cárdenas, hicieron saber que había una "bomba" entre ellos y que esperaban que se pusiese sosiego al abogado y que ya les diera la paz. Son diez hermanos, al parecer.


Sus captores son directos y rotundos: "se ha caracterizado por su abuso del tráfico de influencias, el enriquecimiento a costa del erario y los bienes de la nación, legislando en pro de los grandes monopolios, asesorando a las mafias del poder y litigando a favor de los grandes monopolios y litigando a favor de los grandes capos del narcotráfico".


Nada de esto ha sido probado en tribunales o en conciliábulos apartidarios. Rechaza que se le considere enriquecido a lo grande. La consignación de sus propiedades, a nombre propio y de su familia, los registros públicos dan cuenta de sus haberes como terrateniente rural y con varias propiedades urbanas. El señalamiento de los raptores de sus amistades y socios eminentes, además de confuso, es verosímil en tanto que los ciudadanos mencionados, casi todos ellos, son los grandes en riquezas...económicas.


DFC expresó su consternación por los males mexicanos, asesinatos terribles y la impunidad de los agresores fatales. Sembradas y auspiciadas en tiempos del priato, las catástrofes mexicanas actuales no tienen paralelo en los últimos 50 años. El panista ratifica, con cita cervantina, sus empeños, alegando que su esfuerzo es para el bien de México. Seguirá en lo que concibe como quijotadas. Y en efecto, como dijo, el suyo es uno más, de los secuestros prontos o prolongados, que padece el país, sin que se calcule solución de continuidad. Y es de decirse, como agravante, el saqueo y secuestro sindical y civil de Pemex, y de las atrocidades cotidianas en donde la dignidad indígena, de los pobres, no se anticipa rescate fehaciente. Se comete crímenes a cielo abierto a poseer de denuncias y de solicitud de protección.


Como la política, su ejercicio conocido, es oriundo de delirios frecuentes, implicados o externados, es de temerse que el político Fernández de Cevallos sufra ímpetus por el beneplácito vasto que su liberación ha aparejado. Se celebra el rescate de un ser humano, de un pariente, de un amigo, que los tiene. No es común la manifestación regocijada por la reivindicación de un político panista.


Urgente es el rescate de los empobrecidos, de los miserables, de otros secuestrados, de Pemex, y de tantas empresas que ven la tempestad y no se hincan (prosternan). Sin aquiescencia pública, los secuestradores advierten "los oprimidos debemos luchar... ...por todos los medios, incluida la violencia". Dios guarde la hora.




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