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RENE AVILES FABILA

 
 
   
 




Opinión de
(René Avilés Fabila | )


¿Alternancia o golpe de Estado?

Alo largo del siglo XIX, a partir de 1821, la reacción mexicana jugó un papel atroz. Siempre en pos del poder para mantener al país en permanente atraso político, todo lo intentó: desde las traiciones hasta la presencia de emperadores. La invasión francesa, por ejemplo, no se hubiera llevado a cabo sin la solicitud de los conservadores. A grandes rasgos y con muchos matices, la derecha mexicana es golpista e invariablemente de escasos valores éticos: cada vez que ha surgido un gran movimiento político social, la reacción ha jugado el papel de feroz enemigo: de la Independencia a la Revolución. Un amigo apreciado me hacía notar que la famosa dictadura perfecta, el PRI, luego de gobernar ininterrumpidamente 70 años, en 2000, supo aceptar la derrota y entregó el gobierno a la derecha. Está visto que era todo, menos golpista. El PAN, en cambio, envalentonado por tres elecciones ganadas con la ayuda del PRD y siempre con ex priistas al frente, ahora dice a través de Felipe Calderón y Gustavo Madero, descendiente directo de un revolucionario, que no entregarán el poder. La frase atribuida a Calderón de que él no será el Ernesto Zedillo del 2012, es amenazante. El demócrata Madero especifica: “Son sueños guajiros que el PAN entregue el poder al PRI en 2012”.

La derecha en el mundo ha mantenido una larga tradición golpista. Sólo pensemos en España en 1936 y en Chile en 1973. En México, la revolución maderista se vio aplastada por el brutal golpe de Estado de Victoriano Huerta, apoyado por el gobierno de Estados Unidos. Era de esperarlo: el PAN no tiene ningún deseo de regresar de modo terso el poder que conquistó en el año 2000. En conclusión: ¿qué ocurrirá si, como anticipan las encuestas, el PRI gana la Presidencia? ¿Calderón le entregará la banda presidencial sin problemas, como ocurre en Estados Unidos, a Peña Nieto? Es muy pronto para conjeturar al respecto. De cualquier forma, Calderón debe saberlo, no es posible olvidar que el sistema, lo que incluye al Ejército, se formó en el priismo y que éste, guste o no, es un producto de la Revolución Mexicana. Tal hecho dificulta más la tarea del conservadurismo mexicano. Sin un ejército de apoyo, no hay posibilidades de un golpe de Estado o de la negativa de entregar Los Pinos al PRI. ¿Qué harían Calderón y Madero? ¿Tomar la tribuna del Congreso y no permitir que se lleve a efecto la toma de posesión de un priista, tal como trató de hacerlo el PRD? Si Felipe está empeñado en mantener Los Pinos, ya no tiene muchas opciones: el tiempo para crear grandes políticas de desarrollo se agotó y entonces le quedan dos caminos: entregar la casona presidencial o acabar con su reputación tratando de mantenerse a toda costa en ella, en un país que busca desesperadamente democracia completa.

Nadie en ninguna parte del mundo está dispuesto a entregar el poder, al contrario, lo defenderá, la cuestión es de métodos y de resultados. Si el PAN va en alianza con el PRD, ¿cómo lo compartirá? Supongamos que encuentran un programa común y un candidato ciudadano en Juan Ramón de la Fuente, digamos, ¿cómo se repartirían el gabinete dos fuerzas que son, pese a sus alianzas, muy diferentes? Es claro que todo partido político tiene como finalidad justamente para detentar el poder, lo que importa es saber cómo va a utilizarlo. Y si será como hasta hoy lo ha hecho el PAN, estamos perdidos como nación. El conservadurismo mexicano no sabe cómo gobernar, qué rumbo tomar. Queda claro que como partido opositor fue tenaz y rudo, ya en el gobierno, nada nuevo ha mostrado: se apoltronó en un derruido sofá. La única novedad la han mostrado Calderón y Madero, quienes, de la mano del PRD, ahora tratan de intimidar al país: No entregaremos el poder. Es una natural vocación golpista. 

El conservadurismo mexicano se opuso a la Independencia, más adelante al liberalismo de la Reforma, finalmente a la Revolución. ¿Hoy los herederos del pensamiento reaccionario son también enemigos de la alternancia política? Esperemos que no, que sus palabras sean puras bufonadas, gritos para aterrorizar a sus enemigos antes de ir a la lucha electoral.

Del lado del PRD, valdría la pena que analizaran con cuidado las declaraciones de Calderón, Nava y Madero: son una advertencia que parecería ir contra la vocación de quienes dicen representar la izquierda: la democracia. ¿Y el PRI? Se le nota o demasiado quieto o muy confiado en una figura glamorosa. Más valdría que despertara del sueño de los justos. La historia mexicana es muy evidente: en 200 años de Independencia, el conservadurismo mexicano ha mostrado una consistencia inaudita para ponerse del lado de las peores causas. Mucho me temo que Calderón y su más cercano círculo de colaboradores, abajo del traje civil, portan el uniforme de los golpistas que tanto desprestigio le ha dado al continente latinoamericano. Todos ellos parecen más cercanos a Francisco Franco, que a Francisco I. Madero.

René Avilés Fabila