Desde el momento en que Nicolás Sarkozy anunció que el año de México en Francia sería dedicado a la sentenciada Florence Cassez, no había otro camino que cancelarlo.
Agobiado por la baja en su popularidad, Sarkozy creyó encontrar en México un buen cliente para subir sus bonos y orilló al gobierno mexicano a tomar una decisión indeseable.
Nos metió en su callejón y no quedó más remedio que comprar el pleito. Se juntaron la negligencia con que se administra el aparato de procuración de justicia en nuestro país, y la prepotencia de un colonialista histriónico.
Las represalias de la Unión Europea a México pueden tener algún impacto en el turismo y en la imagen internacional.
Algún día iba a pasar. La debilidad de nuestro sistema de procuración de justicia afecta la seguridad nacional.
Aquí el gobierno se equivocó en el tratamiento dado a Florence Cassez, como se equivoca de manera rutinaria con prácticamente todas las detenciones.
Y ese desaseo en la procuración de justicia es lo que nos ha puesto a merced de un bufón con poder.
La provocación y la prepotencia de Sarkozy son de una dimensión insultante. Tanto, como si al evento cultural de México en Francia le hubiéramos puesto el nombre de Ignacio Zaragoza, con la diferencia de que el nuestro fue un héroe y Cassez una secuestradora.
Lo que busca Sarkozy es mejorar su imagen y va a hacer de este embrollo un tango transcontinental. Conoce nuestras debilidades, y sobre ellas se encarama.
Si aquí se violó el “debido proceso” en el caso de Cassez al no avisar a una autoridad consular francesa de su detención, el reclamo y la consiguiente apelación debió darse por los cauces jurídicos correspondientes.
Hay tribunales internacionales a los cuales acudir para exponer las violaciones que supuestamente se cometieron luego de la detención de la ciudadana francesa.
Sarkozy eligió, en cambio, la camorra mediática. Y el gobierno mexicano la compró.
Un pleito grande contra un país del otro lado del Atlántico, que en teoría no representa mayores riesgos comerciales y políticos, es la opción del mandatario francés para mejorar su devaluada imagen.
Viene un conflicto en foros internacionales y nos encontramos mal parados.
Nuestros amigos son pocos, porque nos desvivimos por congraciarnos con quienes no tienen autoridad moral en ningún escenario, como Nicaragua, Cuba y Venezuela.
Por otra parte estamos alejados de nuestros aliados naturales: los socios en el Tratado de Libre Comercio.
En mal momento llegó este pleito, porque tenemos abiertos muchos frentes en lo interno y en lo externo.
Pero tarde o temprano iba a llegar. Y vendrán otros. Por eso es necesario tener la casa en orden y un mínimo de unidad interna.
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