El cártel de Oaxaca
Los dizque maestros de la Sección 22 del SNTE —verdaderos criminales sociales— son responsables de buena parte de la tragedia que vive la entidad.
Ricardo Alemán
La terca realidad volvió a Oaxaca. Y conste que el PRI ya no está en el gobierno estatal; que Ulises Ruiz fue echado por la fuerza del voto y que, la cacareada alternancia en el poder, es contundente e inobjetable.
Pero lo cierto es que parece que de poco le ha servido a Oaxaca la llegada de un gobierno apoyado por el PAN, el PRD, el PT y Convergencia; de poco ha servido la llegada de un gobernador como el ex priista y perredista Gabino Cué, y de nada sirvieron el oro y el moro ofrecidos. ¿Por qué? Porque la terca realidad confirmó que el problema de Oaxaca no era sólo el PRI, sino que son las mafias políticas —como la del magisterio— que se apoderaron de esa entidad.
Y es que en Oaxaca se siguen cometiendo los crímenes políticos de siempre; campea la impunidad oficial de siempre; la educación pública sigue siendo una grosera ficción, se sigue matando al turismo, al empleo y a las empresas y, por si fuera poco, la mafia política que tiene sometido al estado de Oaxaca no sólo sigue llevando a la ruina a la entidad, sino que se trata de una mafia intocable, capaz de toda clase de crímenes políticos y sociales, sin que ninguna autoridad pueda hacer nada para combatirla y sancionarla. ¿A cuál mafia nos referimos?
Por absurdo que parezca, y por increíble que resulte, la mafia que tiene sometido al estado de Oaxaca no pertenece a Los Zetas, tampoco al cártel del Chapo y menos al del Golfo. Tampoco es una célula de La Mano con Ojos. No, la mafia que lleva a la ruina económica, educativa, política y social a Oaxaca es la del magisterio, la insaciable Sección 22 del SNTE, cuyos dizque maestros —verdaderos criminales sociales— son responsables de buena parte de la tragedia que vive esa entidad.
En Oaxaca, los maestros no enseñan y menos educan; la educación no significa ampliar las libertades y menos salir de la pobreza, y la escuela nunca ha sido símbolo de progreso. En Oaxaca, los maestros de la Sección 22 promueven el atraso educativo, estimulan la pérdida de ciclos escolares y son ejemplo vivo de corrupción, depredación, saqueo económico y chantaje social. Y, con todo ello, condenan a la miseria de por vida a millones de oaxaqueños. Pero, además, en Oaxaca los constantes paros magisteriales llevan a la ruina la economía local; paralizan el comercio, expulsan la industria, aplastan el turismo y desalientan la inversión.
Y es que en Oaxaca el gobierno formal, el de Gabino Cué, parece una suerte de autoridad de papel, porque la realidad es que manda la mafia del sindicalismo magisterial, cuya fuerza, capacidad de movilización, ambición sin límite y profunda irresponsabilidad, han sumido al estado, no sólo en la mayor crisis económica, de pobreza, atraso educativo, social e impunidad, sino en una ingobernabilidad intolerable para todo el Estado mexicano.
Y si hay dudas, basta ver y escuchar la manera penosa, lamentable y hasta vergonzosa —intolerable para un Estado democrático— en que la máxima autoridad de Oaxaca, el gobernador Gabino Cué, se refiere a los mafiosos de la Sección 22. El gobernador aliancista, Gabino Cué, solapa, casi suplica, trata con algodones a los mafiosos que han pateado a funcionarios públicos, paralizado por años la educación y llevado a la ruina al estado más pobre del país.
Y si Gabino Cué es incapaz de cuestionar a esos mafiosos, le tiembla la mano para perseguirlos legalmente. En Oaxaca el magisterio es lo más parecido a un cártel criminal: son intocables y tienen de rehén al gobierno estatal. ¿Y quién será capaz de poner un alto? Nadie, porque el de Oaxaca, igual que el de Sinaloa y Puebla, son los gobiernos ejemplares. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Por cierto, que nadie se equivoque. Vale aclarar que el dizque grupo musical Movimiento Alterado, que escribe y canta letras que exaltan la violencia y el crimen del narcotráfico —y que difunde con éxito en redes sociales— no es una banda musical que vive de cantar corridos. No, se trata de uno de los brazos propagandísticos de los cárteles de la droga en Sinaloa. Y a esas bandas de criminales disfrazadas de bandas musicales es a las que debe investigar, detener y enjuiciar el silvestre gobernador de Sinaloa. ¿Se acuerdan cuando en Michoacán aparecieron ONG que reclamaban la salida del Ejército; cuando en Monterrey diversos grupos sociales, de colonos, marchaban contra la presencia militar? Esos eran brazos sociales del narco, y entonces nadie pidió desaparecer a las ONG o prohibir las protestas callejeras. No, no es lo mismo La Banda del Recodo que La Banda del Chapo.
Twitter:
@RicardoAlemanMx
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