LAS MENTIRAS CONTRA CALDERON
La verdadera guerra contra Calderón es político electoral.
El verdadero saldo de esa guerra no será en vidas, sino en votos
Ricardo Alemán
Vamos a suponer que el gobierno de Felipe Calderón es —como lo creen, no pocos ciudadanos—, el peor de la historia. Vamos a imaginar que Calderón es culpable de las 40 mil muertes que le acreditan sus malquerientes y que, por esa razón, debe ser llevado al patíbulo de la historia por su culpa en el “moderno holocausto”. Y vamos a creer por
un momento—, que todo lo hecho por Calderón en la lucha contra el crimen, es una torpeza que amerita la caída del segundo presidente del PAN.
Si todo eso fuera cierto, no sólo viviríamos una crisis política, económica y social, peor que la vivida en el gobierno de Miguel de la Madrid —1982-1988—, o en el “error de diciembre” de Ernesto Zedillo —1994-2000—, sino un México parecido al del PRI autoritario, sin alternancia, pluralidad y democracia. ¿Por qué? Porque es falsa buena parte de la retórica escrita en torno a la culpa de Calderón en el fracaso de la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. Y por supuesto que abundará el insulto y la difamación sin argumentos de los que idolatran la intolerancia, —y no faltarán los que sin una sola prueba hablarán de la compra de conciencias—, pero lo cierto es que buena parte de la sociedad mexicana se ha tragado completa, sin digerir y sin saber lo que traga, las mentiras en torno a la guerra contra el crimen.
Van las mentiras.
1.- ¿Es responsable Calderón de las casi 40 mil muertes de la lucha
contra el crimen?
Falso. Más de 80% de esas muertes se han producido por el choque entre bandas criminales. Es decir, se matan entre sí por la disputa de plazas y rutas. Casi 10% son muertes de policías, militares y marinos —asesinados por los criminales—, y el resto son los ofensivos “daños colaterales”; además de crímenes producto de secuestros o venganzas, como el caso Sicilia.
2.- ¿Es culpa de Calderón no investigar esas 40 mil muertes, no localizar a los responsables y no castigarlos?
Falso. En más de 90% de los casos el delito de origen —el homicidio—, es del fuero común, cuya investigación, persecución de los
responsables y castigo, compete a los gobiernos estatales. Todos saben
que alcaldes y gobernadores —del partido que se quiera—, no hacen
nada, y que se amparan con el argumento de que las peleas entre las
bandas criminales, además del secuestro, extorsión, venta y distribución de drogas, son delitos federales.
3.- ¿Es cierto que han muerto 40 mil mexicanos inocentes?
Falso. Más de 90% de los muertos en la llamada “guerra contra el crimen”, son criminales, sicarios, matones y matarifes. Son delincuentes que decidieron su vida al margen de la ley —con el riesgo de muerte que ello implica—, por los que —salvo el dolor respetable de sus familiares—, seguramente pocos ciudadanos derramarían una lágrima.
¿Cuántos ciudadanos de buena fe —sin contar a los farsantes que sólo
buscan renta político electoral—, de los que acudieron a la
Manifestación por la Paz, expresaría una condolencia por uno de esos
criminales, sicarios, narcotraficantes, violadores, secuestradores,
matarifes, pozoleros?
4.- ¿Es cierto que es fallida la estrategia del Estado contra el crimen?
Falso, porque en tanto Presidente, en tanto jefe del Ejecutivo, Felipe
Calderón es sólo una parte del Estado, no es el Estado. En efecto, es
el Presidente, pero no es el “Jefe Máximo”. No tiene el poder que
tenían los presidentes priistas de antaño, que eran dueños de
gobernadores, alcaldías, policías estatales y municipales. En todo
caso, es fallida la estrategia de una parte del gobierno, porque sus
distintas instancias no han sido capaces de un trabajo eficaz y en
equipo.
5.- ¿ Calderón es culpable de todo?
Falso, Calderón no es el jefe de los gobernadores, no es el jefe de
las policías estatales, no es el jefe de las policías municipales, no
es el jefe de los penales estatales, no es el jefe de los Congresos
locales, no es el jefe del Poder Judicial local; no es el jefe de los
ministerios públicos —ni locales ni federales—; Calderón no manda en
el Poder Judicial, y tampoco da órdenes en el Poder Legislativo. No
manda en la Corte y tampoco en la Judicatura; tampoco manda en el
Congreso. Calderón no manda en los partidos, y apenas y más o menos
tiene control en su propio instituto político. Es culpable, en todo
caso, de haber declarado una guerra que viene de lejos y que ningún
Presidente, gobernador o alcalde se había atrevido a enfrentar.
6.-¿ Calderón desató al avispero al emprender la persecución contra el
crimen organizado y el narcotráfico?
Falso. El argumento se derrumba con sólo apelar a su profundo cinismo.
Es decir, señalar que Calderón es culpable por destapar la cloaca del
crimen, es igual a reconocer que todos los presidentes anteriores, los
gobernadores y alcaldes, los tres órdenes de gobierno y los tres
Poderes de la Unión, vivían sobre un barril de pólvora, y que la culpa
de que estallara es de quien hizo ver esa realidad, no de quienes por
décadas la fomentaron.
7.- ¿Es cierto que con el gobierno de Calderón llegó la violencia y el crimen?
Falso. En este caso también rebosa el cinismo. ¿Desde hace cuantos
años el crimen organizado y el narcotráfico se enseñoreó en estados
como Sinaloa, Tamaulipas, Chihuahua, Durango, Michoacán..?, y muy poco o nada hacían los respectivos gobiernos del PRI. Más aún, ¿cuantos
gobernadores tricolores eran los jefes de las bandas? La escalada
criminal, la organización de las bandas, su multiplicación y las
peleas entre los propios capos, son procesos que llevan años. Y
durante años nadie hizo nada, todos voltearon a otro lado.
8.- ¿De nada sirve la captura de los grandes capos de la mafia, del
crimen y del narcotráfico?
Falso. Dicen los detractores de Calderón que no sirve de nada capturar
o eliminar a los grandes jefes del crimen, porque como la hiedra, las
bandas se regeneran y sus cabezas reaparecen. Es cierto que debajo de
cada banca criminal, de cada plaza y de cada grupo, existe una
estructura organizativa. Pero la caída de los jefes o de sus cabezas
es un mensaje fundamental contra la impunidad. Y negar el valor de sus
captura, es igual a decir que todo México está de duelo por la muerte
de miles de delincuentes. Sin duda que Felipe Calderón ha cometido
muchos errores, que su gobierno puede ser severamente cuestionado por muchos flancos, pero nadie puede ignorar que la mayor guerra a la que se enfrenta es política y electoral. Y los que están detrás de la
exaltación del fracaso de Calderón, son los que han propalado buena
parte de las mentiras, saben que el verdadero saldo de esa guerra no
será en vidas, sino que se traducirán en votos. Y si no, al tiempo.