Exiliados por la violencia en México reciben con júbilo al poeta
Pide Sicilia en Estados Unidos el fin de la Iniciativa Mérida
Censura el silencio ante los efectos de la industria de armamento
Alonso Urrutia
Enviado
Periódico La Jornada
Domingo 12 de junio de 2011, p. 6
El Paso, Texas. 11 de junio. Allende la frontera mexicana se escuchan también los estruendos de la violencia en Juárez. Los exiliados de la guerra contra el narcotráfico recibieron con júbilo al poeta Javier Sicilia y su gente cercana. “¿En qué momento perdimos nuestro México, señor Sicilia? ¿Cuándo dejamos de sorprendernos de la violencia? ¿Cuándo nos volvimos inmunes al dolor ajeno?”, cuestiona con nostalgia Marisela Ortiz, defensora de derechos humanos exiliada a pesar suyo en Texas, pues salió huyendo de las amenazas en Juárez por su apoyo a hijos de desaparecidos.
En la plaza San Jacinto del centro de esta ciudad fronteriza organizaciones mexico-estadunidenses se congregaron en el último acto de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, si bien ya solo llegó hasta aquí una reducida representación. “No more blood” (No más sangre), “Stop impunity” (alto a la impunidad) son algunas de las leyendas que recibieron a la caravana. Hubo arengas en favor de la paz en México, súplicas por detener la violencia en Juárez y reclamos contra la militarización del país.
Al poeta se le veía cansado, pues han sido más de 3 mil kilómetros recorridos y cientos de dolores consolados que lo han dejado extenuado. Saca ánimo para lanzar su última arenga de la caravana en el país que concibe como responsable de todas las desgracias nacionales y condena: Estados Unidos debe asumir su responsabilidad en la violencia que vive México.
Javier Sicilia censuró el silencio de los estadunidenses ante los efectos de esa industria del horror que dota de armas legales e ilegales a la guerra en México, sea para las fuerzas militares o para el crimen organizado. Armas que tantos muertos y familias destrozadas han dejado. “Nosotros le pedimos al pueblo de este país que detenga esas armas, que tienen que decirles al gobierno que esa droga que ustedes consumen no es un asunto de seguridad nacional, sino de salud pública. Tienen que impedir ese Plan Mérida que ha sido nada más alimento para la violencia o serán cómplices de ese crimen de lesa humanidad en México”.
La recepción a la comitiva de la caravana –el grueso de sus integrantes ya estaba camino a Torreón cuando Sicilia encabezaba el último mitin– tiene un cierto carácter festivo, aunque se hable de muerte, guerra y desaparecidos, pues se celebra la esperanza que deja el movimiento para lograr la paz.
Las expresiones solidarias en este lado de la frontera son diversas. Hay reivindicaciones a la cultura mexicana, bailes autóctonos, caricaturas de Calderón, banderas de ambos países, vírgenes y bendiciones lanzadas desde aquí, plegarias a la paz, condenas a la guerra. Cualquier forma de transmitir lo que se resume en una leyenda: “El Paso support Juárez” (El Paso apoya a Juárez).
Apenas cruzar la frontera y el denso ambiente de Juárez parece esfumarse. Por primera vez desde que se inició la marcha a la ciudad de México, a comienzos de mayo, un familiar de Marisela Escobedo, la madre de Ruby, ambas ejecutadas, hace presencia en una concentración. Julián Frayre, quien obtuvo asilo en Estados Unidos tras el brutal asesinato de su madre a las puertas del palacio de gobierno en Chihuahua, denuncia que esa muerte fue un “crimen de Estado”, cuya responsabilidad le imputa directamente al gobernador César Duarte. Frayre es de los pocos que han podido obtener asilo con el argumento de la violencia que existe en México. Poco antes del mitin miembros de la caravana se reunieron con familiares de víctimas que viven exiliadas a la espera de que se les conceda el asilo. “Lamentablemente más de 90 por ciento de las solicitudes son rechazadas, argumentando que las amenazas provienen del crimen organizado y no del gobierno mexicano”, explica Emilio Álvarez Icaza.
Quizá por eso uno de los anuncios más celebrados este mediodía, durante el encuentro binacional con Sicilia, fue el que hiciera Carlos Spector, asesor jurídico de periodistas y personas que buscan asilo para huir del país:
“¿Cuántos de ustedes creen que el Ejército es el bueno de la película? Ayer el gobierno de Estados Unidos reconoció lo que ustedes ya saben, que el malo de la película es el Ejército Mexicano y que nosotros estamos pagando con nuestros impuestos el genocidio del pueblo mexicano. ¿Cómo lo hicieron? Le han otorgado asilo a Cipriana Jurado, quien ha huido de México por haber documentado los abusos del Ejército”.
Las condenas a la política calderonista son casi generalizadas, como la que hizo Alicia Marentes, del Centro de Trabajadores Agrícolas Fronterizos, quien sostuvo que esta guerra sólo ha dejado almas desoladas y vidas desesperadas por la violencia.
Sin embargo, se dice confiada de que “el espíritu vendrá en nuestra ayuda, porque arriba sólo se construye la muerte, pero abajo construiremos la paz”.
Otros señalan el tiempo que aún le falta a México para que Felipe Calderón deje el poder. Cuesta pensar en cuántos meses faltan aún, porque de inmediato habría que proyectar cuántos miles de muertos más habrán de caer para terminar el sexenio.
Exiliada por las amenazas recibidas –sin saber si son del crimen organizado o del bando oficial– Marisela Ortiz asegura que nunca hubiera sido su deseo salir del país. Quisiera haber mantenido su trabajo en Juárez de apoyo a los hijos de los asesinados o desaparecidos, pero no había condiciones para ello, ni garantías para su vida y no tuvo más opción que huir.
“Quiero regresar a México, pero quiero tener garantías. Hace mucho que no quisimos ver lo que estaba pasando, y 8 mil muertos después (en Chihuahua) parece que ya no hay esperanza”. Pero aunque a veces llega la depresión y desolación hay que decir que “el exilio sólo ha modificado nuestra forma de luchar, no claudicaremos, ni un muerto más”.
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Parece que la CIA ya tiene penetrados academicamente el CIDE y el ITAM
http://www.politicaygobierno.cide.edu/inf_editorial.html
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Ex ministra de Colombia considera situación de México lejana a la vivida en su país
Actualizado 2011-06-07 09:56:31 | Spanish. News. Cn
Por Raúl Vilchis MEXICO, 6 jun (Xinhua) -- La ex ministra de Defensa de Colombia, Marta Lucía Ramírez del Rincón, afirmó hoy que México está lejos de ser un Estado fallido, además de que sus niveles de inseguridad son todavía distantes al "horror" que vivió su país hace unos años.
En entrevista con Xinhua, Ramírez opinó que México tiene instituciones más sólidas a las que tenía su país hace 11 años, cuando el gobierno decidió enfrentar a la guerrilla y a las bandas de narcotraficantes.
"En Colombia no éramos un Estado fallido, no alcanzamos a estarlo, pero estábamos en camino de serlo", dijo la ex funcionaria para luego comparar la situación que en ese entonces había en su país con la que actualmente hay en México, ante lo cual opinó que "este país tiene instituciones mucho más fuertes a las que teníamos nosotros".
La actual presidenta de la Fundación Ciudadana en Acción Colombia se encuentra en la Ciudad de México como una de las 88 especialistas de nueve países invitados a la Conferencia Internacional sobre Seguridad y Justicia en Democracia, organizada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La ministra de Defensa de Colombia del 2002 al 2003, durante la administración del presidente Alvaro Uribe, recordó que la cifra de muertos que registraba su país en el 2002 era "casi la misma" que ha registrado México tras cinco años de lucha contra el crimen organizado.
De acuerdo con cifras oficiales, la guerra que lanzó en diciembre de 2006 el presidente Felipe Calderón para erradicar a las bandas de narcotraficantes ha dejado unas 38.000 víctimas.
"En el 2001, Colombia tenía cerca de 30.000 muertos al año, 70 por ciento a consecuencia de la guerrilla, el paramilitarismo y narcotráfico", apuntó Ramírez, quien también fue senadora.
Además, dijo, la situación económica era "irrisoria" para un país de 45 millones de habitantes. "Teníamos un crecimiento anual del 2 por ciento, una inflación del 8 por ciento; la inversión directa extranjera equivalía a 2.000 millones de dólares (y) una tasa de desempleo del 16 por ciento", enumeró.
Luego, recordó que la situación cambió en su país cuando "se fortaleció la fuerza pública" con la creación de una policía única a nivel nacional y que fuera realmente respetada.
Reconoció que durante muchos años el Estado colombiano se enfocó a combatir al crimen organizado y la guerrilla de forma equivocada, al pensar que solamente ponían en riesgo la democracia del país con la posibilidad de un golpe de Estado, olvidándose de las redes económicas que tendieron la guerrilla y los narcotraficantes en territorios donde el Estado colombiano nunca llegó.
En la década de 1980, explicó, muchos dirigentes preocupados por los golpes militares que se enseñorearon en casi toda América Latina, se anticiparon a que esto les pudiera suceder, lo cual determinó el fortalecimiento de la fuerza pública.
En comparación con México, dijo la funcionaria, Colombia tiene actualmente la unión de las fuerzas militares y la integración de operar de manera integral, en un solo mando, al ejército y la policía, sin perjuicio a los alcaldes y gobernadores.
"Aprendimos que cuando se toma la decisión del Estado de atacar los actos ilegales, normalmente se obtienen resultados, pero también supone el fortalecimiento de las instituciones", comentó.
La funcionaria concluyó que en Colombia "sentimos que hemos dado la vuelta a la página, no que hemos tocado el cielo con las manos, pero hemos pasado de 29.000 homicidios en 2002 a 14.000 homicidios el año pasado", además de que la cifra de secuestros bajó en 10 años de 3.000 a 188, según datos oficiales del año pasado, y que han desaparecido todos los actos terroristas contra la infraestructura del país.