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Carta abierta Como se ha vuelto costumbre, antes siquiera de contar con alguna pista sobre los posibles autores materiales de estos crímenes se intentó identificar a los individuos asesinados como miembros de algún grupo de delincuentes. Dado que hace unos cuantos días numerosos medios del país (encabezados por Televisa en un acto que se promocionó y transmitió como uno más de sus programas de entretenimiento) firmaron un convenio, entre cuyos acuerdos está el de no referir detalles noticiosos que le hagan el juego al crimen organizado, es probable que estos hechos apenas se divulguen y que se escamoteen ciertos datos que delatan lo que en última instancia constituyen: un acto de terror enderezado contra la población. La palabra terrorismo asusta y encrespa al gobierno federal, que ha decidido vetarla a toda costa. A la luz del antedicho pacto es muy posible que periodistas y locutores opten por sumarse al veto, a nombre de una supuesta y tal vez bien intencionada defensa de la comunidad. Esta es una medida, sin embargo, que colinda con la autocensura y que no beneficia al ciudadano de a pie, cuyas posibilidades de defenderse y tomar previsiones dependen del cabal conocimiento de las diversas y mudables formas de operar de los criminales, así como de las noticias que dan fe de una táctica de combate diseñada sobre las rodillas y por lo tanto ineficiente. Hoy más que nunca es preciso que los ciudadanos de todo el país nos unamos en distintos niveles y formas de organización (gremiales, laborales, vecinales, etcétera) para denunciar y enfrentar de manera resuelta hechos como el que aquí se menciona, exigir que se les de la cobertura que merecen, demandarle a las instituciones de gobierno que se persiga y castigue a los culpables y, finalmente, reclamar que este tipo de ataques se investiguen y atiendan como lo que son: actos de violencia que las distintas organizaciones del narcotráfico y, por desgracia, los mismos cuerpos de seguridad del Estado, empiezan a cometer de manera indiscriminada en contra de la sociedad civil. Quienes firmamos esta carta, miembros de la comunidad cultural, académica y artística del país, nos solidarizamos con nuestro amigo y colega Javier Sicilia y con las familias de todas las víctimas involucradas en estos hechos lamentables.
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