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Mi desacuerdo con Javier SiciliaEn eso de que “México tiene el corazón podrido”
Jorge Carrillo Olea Aun entendiendo el drama que sufre Javier Sicilia, autor de una de las frases de desesperación más terribles que se hayan registrado, no estoy de acuerdo con ella. Respeto en su totalidad los sentimientos del autor, pero atribuyo esa energía tan negativa a lo que quizá sea el peor momento de su vida. En todo caso, quien tiene el corazón podrido, y ahí Sicilia hubiera encontrado una resonancia total, es Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón. Su indiferencia y altanería ante el dolor causado son muy propios de quienes han confundido una fe respetabilísima con radicalismos miserables. ¡¡Calderón se equivocó y no acepta discusión!! Reitera, cada que puede, su voluntad soberbia, propia del que se sabe infalible, del interlocutor de Dios, como lo era Bush, ambos no por casualidad del mismo temperamento de desnaturalizado misticismo. Hablar con Dios lo lleva a uno a extremos de delirio que a su vez conducen a caminos perversos atribuibles a una remisión omnipotente. Lo acaba de reiterar el jueves 7 en Cancún: ¡ni un paso atrás! Y por eso lloran más de 35 mil familias. Sólo en Morelos, en quince meses, casi 250 víctimas, todas impunes, ni una sola sancionada. Pero dice el vocero Poiré, o sea el mismo Calderón, que el 60% de los muertos lo han sido por mano de los hampones, no por el gobierno. Como si no fuera su compromiso filosófico y su mandato constitucional el “cumplir y hacer cumplir la Constitución y velar por el bien y prosperidad de la Unión”. Una conclusión muy anticipable, escribo la mañana del día de las marchas, es que todas estas, nacionales y extranjeras, servirán sólo para el desahogo social, pues los gobiernos federal y estatal no sabrían ni querrían dar una respuesta digna. Recordemos la inutilidad de aquella llamada “marcha del silencio” que convocó a un millón de asistentes en tiempos del jefe de Gobierno del Distrito Federal, López Obrador. Nada cambió, de nada sirvió. Seguramente a las marchas seguirán alguna retórica y plegarias por parte de Calderón y Adame, en la esperanza de que resistiendo, con el tiempo, amaine la tempestad. Ya Adame anunció una iniciativa de ley para consolidar a todas las policías municipales en una sola bajo un mando a nivel estatal. Sí, pero con los mismos policías que carecen del mínimo valor útil, lo que equivale a una simulación más. ¿Será tal vez la aplicación de aquel decir sajón que asegura que garbage in garbage out, o sea mete basura y saldrá basura. Por eso sus hijos residen en el extranjero y él en la ciudad de México. Ambos hechos muestran su miedo y desesperación. Mientras esto sucede, el Presidente nombra procurador general de la República a una dama totalmente light. Ella, que debiera enfrentar las tareas hercúleas de reconstruir la procuraduría, demolida sistemáticamente durante ya 16 años por Zedillo, Fox y Calderón, carece de los talentos exigibles. Qué lejos está la señora de poder emular a Sergio García Ramírez, a Jorge Carpizo o Diego Valadés. Otro naufragio anticipable, para dolor nuestro. Habiendo tan vasta oferta de grandes constitucionalistas y probados litigantes, caímos con una bella dama. La sociedad, como lo enarbola Sicilia, no puede más, no puede más con tanto dolor y no puede más con tanta incompetencia y mesianismo. Ya no se le pueden pedir mayores sacrificios dentro del sistema viciado y agotado en que llevamos viviendo cuatro años de horror. O hay en una aceptación de mínima humildad, un reenfoque total de la guerra calderoniana o seguiremos desangrándonos hasta agonizar. No acepta Calderón que la inseguridad y el crimen son resultado no causa. No, por eso seguirá queriendo derribar un muro a topes. Pero como el dolor no obedece designios de autoridad, buscará expresarse de otro modo. Sin pretenderlo la sociedad ni aceptarlo Calderón, hemos llegado al final de un camino. O se decide un cambio desde la cumbre o las masas en su rebelión emplearán métodos hasta hoy no contemplados. No se ha convocado a la violencia que no sea de ánimos. Recordar que ésa aparece frecuentemente sin avisar, sin anticiparse. Para acercarse paulatinamente a una solución se necesita un líder. Un hombre que arrobe con su prestigio, con su fuerza carismática, su talento y efectividad probados y un perfil con esas dotes no es el de Calderón, ni el de Adame, ni el de ninguno de sus colaboradores; la mediocridad es su constante. Ante este reto emerge otro. La sociedad desesperada exige un imposible: soluciones eficaces para mañana. Es hora de ver las cosas con sensatez y mayor profundidad. El daño es irreversible en el corto plazo y peor en manos de novicios en el cometido de gobernar. Habrá que esperar a un taumaturgo. “México tiene el corazón podrido”. La frase de Sicilia se inscribirá entre las más lastimosas del dolor social, pero aunque bien construida no podemos estar de acuerdo con ella. Nuestro país tiene el respaldo de largos tiempos extraordinarios por su grandeza y un futuro que estamos obligados irremisiblemente a pensar que será digno de aquel pasado. Honremos la inexcusable consigna: México es esplendor de treinta siglos a cambio del dolor del poeta. |