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Heredan en Puebla hospitales inútiles
Izúcar
La falta de especialistas mantiene sin funcionar el nuevo hospital de Tetela de Ocampo.
Foto: Francisco Rivas

Carecen nosocomios de servicios básicos como son agua, luz y personal médico

Francisco Rivas / Corresponsal

Puebla  (26 abril 2011).- El Gobierno de Mario Marín gastó 594.3 millones de pesos en la construcción de tres hospitales que hoy permanecen cerrados, pese a que fueron fuertemente promocionados en su momento.

Se trata de los nosocomios generales de los municipios de Izúcar de Matamoros, Cuetzalan y Tetela de Ocampo, inaugurados en la recta final del sexenio anterior y heredados inactivos a la Administración de Rafael Moreno Valle.

El caso más grave es el de Izúcar, cuya inversión ascendió a 270 millones de pesos, pero que sigue cerrado por falta de agua, de luz, de personal y hasta por robo de instrumentos.

Miguel Cázares, jefe de la Jurisdicción Sanitaria de la región, aseguró que la construcción tuvo defectos graves.

Como ejemplo señaló que se colocó tubería de 3 pulgadas para surtir con agua de pozo las dos cisternas de 90 mil litros cada una, pero que el diámetro de los tubos se redujo sin razón a 1.5 pulgadas antes de llegar a los depósitos, lo que castigó la presión.

"(Las cisternas) tardan más de un mes en llenarse y es imposible poner en funcionamiento un hospital de ese tamaño en esas condiciones", explicó el funcionario de los Servicios de Salud del Estado de Puebla (SSEP).

Adicionalmente, se instaló una planta de luz insuficiente para garantizar energía eléctrica en caso de un apagón.

Y no es todo. El funcionario segura que dicha planta se reportó oficialmente como nueva, cuando en realidad es de medio uso y sólo fue pintada antes de instalarse.

El 29 de junio de 2010, días antes de la elección en la que el PRI perdió la Gubernatura estatal, Marín inauguró este centro de salud.

En la fotografía que distribuyó Comunicación Social, el Mandatario escucha una explicación en uno de los cuneros.

Cázares asegura que la improvisación ese día fue tal que se permitió el acceso sin vigilancia, lo que ocasionó que desapareciera equipo de ultrasonido e instrumentos médicos, como oxímetros de pulso, situación que ya fue denunciada ante el Ministerio Público.

Pequeños detalles

En cuanto a problemas, le sigue el Hospital General de Cuetzalan, localizado en una región indígena en la Sierra Nororiental de Puebla y que costó 188 millones de pesos.

Sofía Márquez Rosas, directora del antiguo nosocomio, menciona que el agua aquí también es un obstáculo para poner en operación el nuevo edificio.

"El hospital se inaugura, pero tenemos la problemática de que no se construyó la toma de agua", explica.

Cuando todavía era Gobierno electo, la Administración municipal actual tuvo que buscar la solución y compró un terreno para surtir de líquido el inmueble a través de un manantial.

La obra está en proceso, ya que en total se instalará una red de 4 kilómetros desde donde nace al agua hasta las cisternas.

El día de la inauguración, Marín lo presumió como promesa cumplida.

"Estamos cumpliendo un compromiso con nuestros hermanos indígenas y esta obra bien vale la pena el esfuerzo en un tema fundamental como es la salud", aseguró según el comunicado difundido.

No fue así. El esfuerzo se quedó a medias y la gente en Cuetzalan sigue batallando con el viejo hospital integral.

Por último, hay un problema que comparten los dos hospitales y que también ha impedido que abra el de Tetela de Ocampo: la falta de especialistas.

La Administración marinista no contempló partidas para contratar especialistas, enfermeras y administrativos.

Roberto Gómez y Nieto, quien dirige la unidad clínica de Tetela, asegura que a la fecha no sabe cuándo y cómo se harán las contrataciones para poder operar la obra en la que se invirtieron 136.3 millones de pesos.

Reclaman atención a pacientes

Para los habitantes de la Sierra Norte de Puebla, la inactividad en la nueva infraestructura hospitalaria es insultante.

Cleotilde Naveda, vecina del Municipio de Tetela de Ocampo, padece hipertensión, pero para recibir su tratamiento debe viajar dos horas en transporte público hacia la ciudad de Zacatlán porque en la vieja clínica no hay quién pueda atenderla.

"Cómo no han podido abrir el nuevo hospital y en el viejo no hay atención para mi enfermedad, me tengo que ir a Zacatlán, pero es un problema.

"No sólo porque hay que usar transporte público, también porque si me siento mal, me reciben aquí para una revisión pero siempre me mandan para allá", comenta la mujer de más de 50 años de edad.

Ana Guadalupe Diego vive en el pueblo de Tonalapa, pero ahí la clínica registra carencias y por tanto opta por recibir atención para ella y sus dos hijos en Tetela de Ocampo.

Pero para que la observe un médico, refiere, pasan hasta cinco horas y sólo obtiene a cambio una consulta general.

"Ojalá abran rápido el nuevo hospital porque sí necesitamos mejor servicio, atención más rápida porque aquí nos tardan horas", menciona.

La dinámica en el antiguo nosocomio de Tetela de Ocampo se repite en Cuetzalan, donde las instalaciones, propician que incluso los usuarios esperen en la parte de afuera del inmueble.

El hacinamiento y los tiempos de espera prolongados son características que comparten las unidades hospitalarias que siguen en funciones... mientras las puertas de los grandes complejos permanecen cerradas.