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La sombra del general
Reporte-media de Jorge Torres                      Mayo 3, 2011- Eje central

En febrero de 2009 publiqué que el general Mario Arturo Acosta Chaparro era parte fundamental de la estrategia de combate al narcotráfico del gobierno del presidente Calderón.  Cité a funcionarios gubernamentales e hice referencia a información clasificada del Consejo de Seguridad Nacional para documentar que el gobierno había autorizado a los servicios secretos   –civiles y militares–   incrementar los operativos de inteligencia en contra del crimen organizado, los grupos guerrilleros y eventualmente células terroristas en tránsito por el país.
 
 
El gobierno mantenía en secreto desde febrero de 2008 un documento que establecía las líneas de acción que le permitirían a los servicios de inteligencia instrumentar operaciones encubiertas. Tiempo después ese documento se convirtió en el Programa de Seguridad Nacional.
 
 
Uno de los objetivos trazados en el documento elaborado por el Consejo de Seguridad Nacional, implicaba que los organismos de inteligencia podrían realizar un monitoreo constante para “detectar y acotar intentos de la delincuencia organizada” y coadyuvar “en la integración de averiguaciones previas” mediante “productos de inteligencia”.
 
 
En este espacio ya hemos documentado cómo este plan fracasó y de qué forma los servicios de inteligencia se vieron subordinados a las agencias de inteligencia norteameicanas. Pero en toda esta historia hay un cabo suelto: la participación del general Acosta Chaparro en la estrategia fallida de combate al narco. En el reportaje de 2009 publiqué lo siguente:
 
 
Funcionarios de inteligencia militar confirmaron que desde hace meses en la dependencia se mantiene un acuerdo con el general Mario Arturo Acosta Chaparro para reorganizar la estructura del aparato de inteligencia militar y reorientar la estrategia de combate al narcotráfico y a los grupos armados. “Está muy cerca de Sección Segunda”, dice un funcionario de inteligencia militar. “Está asesorando sobre todo en asuntos de narcotráfico y subversión”.
 
 
De acuerdo con los testimonios recabados en los servicios de inteligencia militar y en el ámbito de la Secretaría de la Defensa, se solicitó la “colaboración” del veterano general en un contexto de insuficiencia de información en las áreas estratégicas de inteligencia, sobre todo en los expedientes que tienen que ver con el crimen organizado y en el seguimiento estratégico de los grupos armados.
 
 
La crisis de calidad en la información de inteligencia sobre narcotráfico y guerrilla, así como el cambio generacional en la comunidad de inteligencia militar, que no ha implicado necesariamente eficacia en los operativos y en los informes de inteligencia, es lo que ha motivado una reorganización en los servicios secretos del Ejército. “Las fuerzas armadas están reorganizando sus unidades de inteligencia en un contexto de presión por hacer más eficientes sus informes”, dice un funcionario del gobierno.
La cercanía del general Arturo Acosta Chaparro en la Secretaría de la Defensa es un secreto a voces en la Sedena, y es cada vez más comentado en la comunidad de inteligencia militar el acuerdo de colaboración.
 
 
Dicho acuerdo implicaría una colaboración cercana del veterano general en el diseño del nuevo esquema estratégico de inteligencia militar que prepara la Defensa, en un entorno de hostilidades por parte de los cárteles de la droga y de un cada vez más creciente número de bajas en las filas del Ejército por enfrentamientos con narcotraficantes.
 
 
Acosta Chaparro aportaría la experiencia de décadas en operativos sobre el terreno y aleccionaría a una nueva camada de oficiales que ocupan actualmente las áreas de los servicios secretos de las fuerzas armadas, a cambio de una reivindicación que ya se hizo pública en un acto el 23 de abril de 2007, en el Campo Militar Número Uno, en donde pasó casi siete años en prisión bajo acusaciones de vínculos con el narcotráfico.
 
 
En un comunicado relacionado con la ceremonia, la Secretaría de la Defensa Nacional se refirió a los militares que junto con Acosta Chaparro eran objeto de celebración, como “un selecto grupo de generales que son fiel testimonio de una vida de patriotismo, lealtad, abnegación, dedicación y espíritu de servicio a México y sus instituciones”. El acuerdo implicaría también que el veterano general recibiera los salarios caídos que se le cancelaron durante su estancia en prisión.
 
 
El general Mario Arturo Acosta Chaparro forma parte de la reorganización de los servicios secretos del Ejército desde una posición que le permite operar con discreción, coinciden funcionarios de inteligencia militar. Hasta aquí parte de la historia a la que tuve acceso hace un par de años.
 
 
Pero luego me dijeron que el general no solamente asesoraba, sino que coordinaba operativos. Desde hace por lo menos un par de años se habla de comandos de exterminio que operan en las zonas más conflictivas del país. Grupos del Ejército paralelos a sus tropas convencionales. Hay testimonios sobre esto.
 
Y fuentes de la DEA aseguran que el general Acosta Chaparro no es ajeno a esta historia. El 19 de mayo de 2010 intentaron asesinar al general en la colonia Roma del Distrito Federal. Recibió un tiro en el abdomen. Desde entonces no se sabe nada del militar.