El Presidente no dio golpe de timónDe manera inusitada, el viernes 7 se anunciaron cambios en el gabinete. Uno de ellos, el del secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, había sido esperado por meses, pues traía muchas colas. Desde el drama de la guardería ABC, que no supo enfrentar con valentía, hasta los regalos de concesiones a Televisa y la quiebra factual de Mexicana de Aviación.La salida de la secretaria de Energía, Georgina Kessel, por más que era un incordio en el gabinete y para Pemex y CFE, no se preveía dado el afecto personal del Presidente hacia su antigua maestra en el ITAM. Tan es así su afecto que la protegió en Banobras.La salida de Luis Felipe Bravo Mena, sin mayor explicación que quizá su cansancio, dio lugar a restañar las abolladuras que hubieran quedado en Gil, al no ganar por poquísimo la dirigencia del PAN.Salvo la salida de Molinar Horcasitas, las demás podrían haberse ahorrado. Así hubiera sido si el Presidente tuviera puesta la vista en el horizonte y no en sus zapatos. Lo que le estaba demandado al Presidente era con fines a facilitar la siguiente administración, y a reserva de la opinión del entonces responsable, fortalecer al gobierno de hoy y propiciar un mejor advenimiento del futuro, recomponiendo residuos de ya décadas y que Fox sólo hizo peores y Calderón no quiso o supo corregir.Pinta en primer lugar el derrumbe paulatino e imparable de la Secretaría de Gobernación. Por si ya fuera poco su menoscabo, ese mismo viernes 7, al dar encargo a su nuevo secretario particular, quizá en un lapsus increíble, le encomendó además de su agenda, ¡la relación con los poderes y con los gobiernos estatales! Para más, también increíble en los protocolos presidenciales, el mismísimo secretario de Gobernación estuvo ausente, ¿pues de qué se trata?Perdió la ocasión Calderón de regresar a Gobernación su antigua calidad de jefe de gabinete, en aquellos tiempos implícita, y que hoy exigido por las circunstancias, debiera ser explícita. Perdió la ocasión de desaparecer la Secretaría de Seguridad Pública, mal recurso cosmético de Fox al iniciar su sexenio y adosar sus responsabilidades a Gobernación, regresando así a esa forma melliza: política interior/policía inventada o aplicada desde tiempos napoleónicos y que se sigue en casi todos los países de origen latino. Es obvio decir que con otro titular, no Blake.Perdió también el Presidente la ocasión de adoptar un principio esencial en toda organización humana de fines y características similares: la unidad de mando, unidad de mando que es en la realidad su antónimo: dispersión de mando. En las operaciones anticrimen, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina cada quien va por su lado, ni siquiera sus sistemas de telecomunicaciones son compatibles. No hay coordinación, menos cooperación, hay competencia, rencillas, voracidad y se va creando una cultura de desconfianza y enfrentamiento terriblemente lesivas para el país, y el Presidente lo sabe y lo tolera, más que por razones, por falta de carácter.Hubiera sido el momento de tal racionalidad, de fundir ambas fuerzas en una sola secretaría, la de la Defensa Nacional, como en todo país respetable o imitable.Voluntariamente, Calderón dejó pasar la ocasión de dar un verdadero golpe de timón a su nave, su gobierno y por ende al destino de los próximos dos años de su gobierno y más allá. ¿Por qué no prescindir del egoísmo y la terquedad y además de refrescar su administración, allanar las cosas a la siguiente?Hay interpretaciones de estos cambios bastante elementales, esperaríamos que no tuvieran razón sus autores. Que si fue para preparar la próxima campaña, que si para disponer los fondos para sostenerla, que si nadie le parece suficiente en su partido y tal y tal. Yo prefiero dejarlo ahí, una falta más de perspectiva y de sentido histórico de lo que es gobernar que ha sido su constante.[email protected] |
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