La guerra será sutil, delicada…
Jorge Carrillo Olea
Las nubes en el horizonte presagian tormentas. Tormentas de las que a veces, como deporte, fabricamos los propios mexicanos. Una declaración suficientemente amañada en Washington dispara a los analistas, a los políticos, ante un pódium, a los sapientísimos legisladores. Todos a coro, montándose en el Día de la Lealtad, parecieron gritar: ¡no pasarán!
Así las desafortunadas declaraciones de un secretario, Janet Napolitano, y de un subsecretario de la Defensa, Joseph Westphal, con el antecedente de otras no menos mal intencionadas de la señora Clinton, sobraron para empezar a imaginar una especie de Normandía en el 44 o de la Guerra del Golfo sobre nosotros. Nada de eso —o parecido a eso— sucederá.
James Clapper, jefe de Inteligencia de Barack Obama, además de descalificar al ejército y policías mexicanos, llegó a decir ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes: “Este es ciertamente un gran problema y hemos decidido elevarlo recientemente a la categoría número uno en el marco de nuestras prioridades, que es la máxima, y estamos trabajando con las autoridades mexicanas en este sentido”. Bastante como anticipo de algo, bastante para construir una moderada y reflexiva alerta, ¿no cree?
Sin embargo, actos de otro orden pero tan bélicos y agresivos como los imaginados, sí se están dando y bajo tres premisas: 1. Con la total simpatía y estímulo del gobierno calderonista. 2. Dentro de un plan maestro que va a objetivos distintos a los imaginados por Felipe Calderón y sus sabios y 3. Desde hace muchos meses atrás.
¿De qué se trata? Pues de la aplicación de un plan diseñado absolutamente ad-hoc para las circunstancias: se trata de México, no somos Iraq, ni Afganistán, ni Somalia, ni Panamá, ni Granada. Somos el sobrellevado buen vecino, país de origen de millones de residentes en el interior de los Estados Unidos con un serio potencial de violentarse, somos su fortísimo socio comercial y financiero, el poseedor de bienes estratégicos no renovables y mucho más. Entonces a iguales intenciones, corresponden distintas formas.
Para México, las prácticas invasoras de sorprendentes tecnologías, propias de la guerra de cuarta generación, no son aplicables (invasión a Iraq). Se debe optar por lo sutil, lo delicado, lo insensible, y además, de manera imprescindible, por aquello que garantice una gran simpatía entre agentes de gobierno y entre los poderes fácticos. La banca extranjera, adueñada de las finanzas en México, en este caso toma preeminencia entre ellos, así como ciertos grupos y corrientes del empresariado y la Iglesia.
¿De qué se trata? Simplemente de controlar el país, a este país que siempre ha sido siempre un incordio. Los mexicanos, poseedores de tantos bienes estratégicos, sean geográficos, recursos no renovables, mano de obra, cierta infraestructura, han demostrado que no pueden manejarse solos y cada día se convierten más en un riesgo. ¡Hay que imponer el orden, y de paso…!
Ese plan que algún día conoceremos incluye por supuesto y como objetivo central controlar el país, pero con medios sutiles, políticos, de inteligencia estratégica, de someter al narcoterrorismo y todos los muchos a la disposición. Ese plan ya está en marcha.
Se está dando políticamente mediante un jaque con las ya tantas declaraciones de personas de primer nivel de la administración Obama. Se está dando con aquellos legisladores americanos anti-México, básicamente republicanos, dispuestos a todo. Se está dando en los efectos de mayor descomposición, debilitamiento y aislamiento internacional del gobierno de Calderón. Se está dando con las muchas decenas de agentes de la DEA, CIA, DIA y FBI que están operando en nuestro territorio.
Algunas de estas posturas y maniobras políticas, diplomáticas y operaciones de inteligencia, las simulan como auxilio a las “débiles fuerzas mexicanas” de inteligencia y operación. Simultáneamente otras están rascando hasta el fondo de la situación nacional, para ir consolidando el terreno del conocimiento y la planeación para un mañana ya visible, del que no escapan las elecciones del 2012.
Así, la situación está planteada, esta percepción sobre ella despertará muchas incredulidades, opiniones agrias, descalificadoras, acusadoras de amarillismo y paranoias. El tiempo sabrá adjudicar la razón a quien la tenga, en todo ello con unas opiniones o con otras México está en riesgo. Francia, nuestro tradicional aliado en política internacional, hoy está innecesariamente enervado gracias al delfín inexplicable que es Genaro García Luna.