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MARIHUANA TRIUNFO BIZARRO
JORGE CARRILLO OLEA
En días recientes el estado norteamericano de California, poniendo una pica en Flandes, decidió buscar la expresión de las voluntades ciudadanas mediante el voto, respecto de las diversas formas de relación con la mariguana: su cultivo, comercio y consumo, en breve. El ejercicio democrático resultó un triunfo. Un triunfo para los que pensamos que es correcta su despenalización. El triunfo se expresó habiéndose recibido por parte de la propuesta, nada menos que el 45 por ciento de la votación, el que por la negativa se haya dado un voto mínimamente mayor no es una derrota.
¿Por qué triunfo? Simplemente porque los que examinamos el tema con serenidad y supuesta perspicacia, advertimos que, como tantas cosas trascendentales en la vida, ésta está tomando sus tiempos y sus protagonistas. Roma no se hizo en un día, dicen y sí, el tema de las drogas es una especie de Roma. Así que serenidad y perspicacia. El tema rebasa a los tiempos.
Una de las cosas más interesantes de este debate que lleva años y referido al voto californiano, por lo menos muchos meses, es que el tema de la salud ha quedado fuera, ha sido derrotado ya por irreal ante el alcohol y el tabaco. No hablemos más de él, dejémosle ahora disolverse en el tiempo y ante otras prioridades.
De esta manera vamos paso a paso y por eso California debe registrarse como un triunfo. Es un triunfo que el tema se haya llevado a votación en el estado más rico, la octava economía del mundo si fuera país, el perol en que se funden nacionalidades europeas, indoamericanas, negras, orientales e hispánicas, la sede de una de las mejores universidades del mundo, de un complejo industrial/tecnológico asombroso, Silicón Valley e industrias aeroespaciales y más y más, haya llevado a cabo tal consulta, es definitivamente un triunfo. Como nunca el tema de la despenalización está en la discusión universal.
Entornos circunstanciales impulsaron la negativa. Son muy norteamericanos y no del todo fáciles de entender. Uno de ellos, quizá el más fuerte al momento, es la corriente ultraderechista que se ha levantado ante las elecciones intermedias, además no se hizo enfático empleo de cuántos estados, cuántos condados, mismo en California, como Oakland, por la vía de la permisividad han prácticamente despenalizado toda expresión de la cannabis sativa.
No se dijo que Estados Unidos produce más del 50 por ciento de la hierba que consumen y que sus principales y abiertos productores son Alabama, Kentucky, mismo California y Hawai. O que en 14 estados es legal ya su uso (fingido) medicinal y que sólo en California hay más de mil farmacias autorizadas para venderla. No se exhibieron cifras del cultivo doméstico en Estados Unidos ni de las importaciones sin trabas de vegetal canadiense que es de gran potencia, cultivado en invernaderos durante todo el año. O de aquellas reservaciones indias que se dedican a lo mismo en todo ese país.
Otra es la lamentable visión exclusivamente lúdica con que se ha arropado la promoción de la hierba, olvidándose de ponderar sus estimables usos medicinales, su potencial como materia prima industrial y sí, en una equivocación trascendente, ha sido exhibida casi exclusivamente vinculada con greñudos, desarrapados, deleitantes del amor libre, delincuentes, alcohólicos y más. La expansión de esas imágenes siempre deprimentes para el moralista norteamericano no ayudó para nada.
Pensar en el mañana nos obligaría, si vamos por la seria, a incorporar en nuestros afanes elementos que deberían estar presentes al hablarse de una despenalización y que sin ellos ella no es posible. Hablo, o escribo, por lo menos de dos: educación y control.
Nada puede introducirse en las corrientes del consumo sin advertir a los potenciales consumidores de los efectos colaterales, positivos o negativos, que el consumo de aquel bien acarrearía. La libre elección es un indiscutible derecho, pero es obligación de la autoridad promover que esa libertad de elección se dé con toda la información, es educación necesaria. La despenalización no es una invitación a consumir, deja en sus espacios de responsabilidad a la libertad de elección.
El control, que asumiéndose dentro de las leyes del mercado, debe ser un elemento regulador como el de todo bien de consumo. Tabaco, alcohol, fármacos, ciertas bebidas energizantes. La normatividad, que no restricción, es tarea legítima del gobierno. A ella nos deberemos asumir cuando en el mercado esté disponible la marihuana. Esas son las reglas.
Puede apreciarse que lo que intenta este texto es hacer relevante: 1. El voto en California fue un triunfo bizarro, y 2. Antes de despenalizar, hay tareas que cumplir, inexcusablemente.
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