¿Vivirá México?
“Coincidiendo con el principio de esta administración… se inició la más grave crisis monetaria, comercial y financiera que ha sufrido el mundo en las últimas décadas”
“….Los Estados Unidos de América tomaron una serie de medidas que afectaron gravemente la economía mundial …”
“Ante estas adversidades no renunciamos a nuestros propósitos de reestructuración económica nacional y de protección a las clases menos favorecidas, luchamos simultáneamente en varios frentes: buscamos el fortalecimiento de nuestra estructura económica mediante el rompimiento de “cuellos de botella” físicos y financieros…”
“…debemos recordar y tener muy presente que estos esfuerzos se vieron seriamente obstaculizados por las dificultades derivadas de la situación económica internacional. La coyuntura mundial nos ha sido altamente desfavorable y ha puesto de modo constante a prueba, pero no ha vencido, nuestra determinación de avanzar. Sin embargo, ha tenido importantes efectos, al alterar la posición de nuestra economía respecto al exterior.”
Los párrafos arriba seleccionados, de entre 100, pertenecieron al sexto informe de gobierno del ex presidente mexicano Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) y han sido también, de acuerdo al léxico de cada gobernante posterior, la substancia repetitiva prevaleciente en uno de los países más ricos en América Latina como lo es México.
Sobre ello cuenta una anécdota del también ex presidente de Francia: Charles de Gaulle que al haber sido inquirido acerca de su opinión sobre la riqueza mexicana, en 1969 contestó: “México es un país tan rico, que ha sido saqueado desde hace más de 400 años a partir de su conquista por los españoles, sin embargo su riqueza no se ha agotado”.
Triste realidad contenida en la maldición de tener al vecino más rico del mundo, como decía otro ex presidente y dictador mexicano llamado Porfirio Díaz antes de su viaje en autoexilio hacia Francia en 1911, que durante su gobierno sostuvo una de tasa de cambio de hasta 3.20 dólares por peso mexicano.
Desde entonces, la revolución, los caudillismos, el partido entronizado en el poder, la corrupción y como dicen los políticos, a falta de “altura de miras”, han carcomido el panorama económico y el desarrollo social de una nación que peca de buena voluntad hacia propios y extraños, sumiéndonos de manera tal vez inexorable en una reiterada desesperación al vernos una y otra vez burlados, despreciados, sobajados, por otras naciones que antes se aparecieron como “amigas”.
Así el entorno mundial nos sobrepasa con mayor facilidad, mientras somos testigos que incluso países africanos nos superan en porcentajes actuales de desarrollo.
Para cavilar se ha hecho la paradójica frase “El hombre más pobre del planeta, bien podría estar habitando en el sur o el norte de México, mientras uno de los excelsamente ricos vive en el D.F.”
Pruebas fehacientes de la desigualdad, de lo kafkiano y sub- realista de un país rico, que cada vez lo es menos, poniendo a prueba su inconsciente falta de identidad, que se exacerba precisamente haciendo pregón de que la tiene; “Tener o no tener”, esa es la cuestión,¿ hay o no identidad en México?.